domingo, 17 de agosto de 2014

CUANDO TU COMPAÑERO TE PIDE SOGA

Pared sur del Tozal del Mallo.
La semana pasada, recibí una llamada de teléfono, era mi buen amigo Javier Sánchez, desde Badajoz, para proponerme una indecencia, escalara la Ravier al Tozal del Mallo, en Ordesa, yo regañadiente le digo que si, cualquiera que me conozca sabrá que yo no soy escalador y me cuesta meterme en vías de escalada de grado, pero con Javier es distinto, he escalado con él en mas de dos ocasiones y tengo mucha confianza en su saber.
El miércoles pasado tenemos como punto de encuentro Fiscal donde nos juntaríamos, Javier viene desde Badajoz y yo de Bielsa, una  vez  juntos ponemos rumbo a Torla donde pasamos la noche en el aparcamiento, despertamos no muy temprano, para coger el autobús de las ocho, con todo el material ya cargado en las mochila, atraemos las miradas de los turistas que suben a ver el hermoso valle de Ordesa, hoy, pocos montañeros han subido por aquí, llegamos a nuestro destino, repartimos un poco el material y comenzamos la aproximación, poco a poco empezamos a entrever nuestro objetivo entre las ramas de los arboles del bosque, ganamos altura por un camino bien marcado por el paso de gente que sube al circo de Carriata, ya fuera del bosque podemos ver que tenemos dos cordadas delante nuestra, una esta ya en faena y la otra esta aun aproximándose, pero la verdad no nos preocupa, nosotros seguimos ascendiendo hasta una curva en la que dejamos el estupendo camino y tomamos un pequeña vereda que nos deja tras veinte minutos al pie de vía, la pared se muestra agresiva, desde lejos no se aprecia pero esta desplomada, gotea agua de la parte alta y cae a unos cinco o seis metros de la pared, esto ya me hace pensar en lo que nos espera. Sin dilación nos ponemos toda la ferretería y comenzamos escalar, los primeros largos son fáciles pero 
Javier en la chimenea jabonosa.
penosos, 6a de hierva. Al llegar a la segunda reunión, para nuestra sorpresa, nos encontramos con las cordadas que nos precedían, escalan despacio y una de ellas es muy numerosa, la numerosa nos deja pasar pero la otra parece que coge algo de velocidad y vamos siempre detrás de ella coincidiendo en muchas de las reuniones, poco a poco le ganamos metros a la pared, la sensación de vacío cada vez es mas impresionante, y la dificultad cada vez es mayor, alternamos largos y por fin llegamos al que supuestamente es el largo clave de la vía y el punto de no retorno, la chimenea jabonosa, los croquis la reseñan de 6a pero casi todo el mundo le da mas grado, la cosa anda entre el 6b+ y el 7a, la verdad no nos preocupa, nosotros venimos a resolver la vía, no a liberarla, por lo que para nosotros este largo es de A0, le toca a Javier ir de primero en este largo, empieza a subir con la elegancia que le caracteriza, poco a poco supera los pasos que dan acceso a la chimenea, una vez dentro empieza a subir de clavo en clavo, no con poco esfuerzo sale de la chimenea y llega a la reunión donde esta la cordada de tenemos delante, ahora es mi turno, desmonto la reunión y empiezo a escalar, justo a la entrada de la chimenea me doy cuenta de que este pasaje de la vía hace honor a su nombre, chimenea jabonosa, aquí patinan hasta las moscas, pero bueno, como un buen amigo mio dice "mas vale A0 en mano que libre volando", yo voy de clavo en clavo, tirando de cordinos viejos y corroídos por el sol y el frío, la progresión se hace penosa por culpa de la mochila, pero al final salgo y me reúno con Javier en la reunión, aquí, al ver lo que nos queda por delante, empiezo a dudar de mis capacidades para superar lo que nos queda de pared, desde este punto y durante todo el resto de pared la vía desploma, Javier a verme que dudo, decide ir el otra vez de primero, yo con gusto le ceso el paso, le veo escalar y empiezo a pensar, a pensar en sus gestos, en su seguridad en la escalada, en su técnica con la fifi y sobre todo me doy cuenta de que cuando necesita cuerda no me pide cuerda, si no que me pide soga, es en este preciso momento en el que me doy cuenta de que la vía la sacaremos, cuando escalas con alguien que te pide soga en vez de cuerda, quiere decir que estas escalando con un alpinista de la antigua escuela, de"querido amigo Borja, le comunico que esta vía, se ha terminado"  con estas palabras, que yo no me termino de creer, me dice que estamos casi fuera, pero como yo estoy aun sentado encima de un bloque con los pies colgando en el vació, le contesto diciendo que "hasta el rabo todo es toro", ya que aun le puedo ver y no tengo muy claro en que punto de la chimenea estamos, él llega a la reunión y salgo yo, los pasos como es habitual en esta vía son aéreos y penosos para ir con mochila, pero se me alegra la vista y el alma, al coger una vira y ver a mi amigo en la cumbre, ya de pie, fuera de la pared y con una sonrisa de oreja a oreja, yo trepo los últimos metros por un terreno ya fácil, me reúno con él en la cumbre, y nos fundimos en un fuerte abrazo.
Borja en una de las reuniones finales.
esos a los que no se les ponía nada por delante y luchaban hasta la estenuación por conseguir la cumbre, desde este momento aunque la sensación de vació es brutal y la piedra cuelga sobre nuestras cabezas, me recompongo y empezamos otra vez a alternar largo, uno y otro los largos se suceden, y poco a poco le ganamos metros a la pared, la verdad no sabemos muy bien en que parte de la vía estamos peso sabemos que estamos en los últimos metros de la chimenea, pero es Javier el que lo ratifica con esa gracia que le caracteriza,
Acabamos de escalar la Ravier al Tozal del Mallo, tras nosotros, dejamos casi 400m de pared, 9 o 10 largos de cuerda, 10 horas de trabajo en equipo, que nos han servido para medirnos con nosotros mismo y para algo mucho mas importante, reforzar nuestra amistad, porque no hay que olvidar que al final, las grandes escaladas son grandes no por la pared, ni el estilo, si no por la gente con quien las escalas.
Tras la foto de rigor y comer un poco, recogemos el material y emprendemos el descenso al valle, vamos a prisa, ya que son las ocho y media de la tarde y el ultimo autobús sale a las diez, descendemos
La cordada después de la escalada,
veloces y llegamos ya a oscuras a la carretera, cogemos el autobús ya en marcha, suerte que el camino termina por debajo del aparcamiento y podemos pararle para que nos baje, ahora ya si la felicidad es completa, solo queda la ultima parte de toda gran escalada, terminar donde empieza todo, en el bar, tomando unas cervezas, aquí brindamos por lo conseguido y empezamos a pensar en la siguiente.







"Tozal del Mallo, por Jean Ravier

Jean Ravier, en la cima del Tozal

El Tozal del Mallo, o “Trono del Diablo”, se yergue en el célebre valle del Arazas. Domina, 1.000 metros más alto, el acogedor albergue de Casa Viu, adonde llega la carretera proveniente de Torla.


Todos los visitantes del valle de Arazas no pueden sino maravillarse por el Tozal, que proyecta por encima de los sombríos bosques de abetos su espléndida muralla de roca roja y dorada. Para los que vienen de Francia por la Brecha de Rolando, es a medida de su descenso sobre el valle, por el circo de Salarons, que el Tozal, al principio un promontorio, se individualiza poco a poco y revela su fantástico frontal.

La fiesta de Pascua de este año Noël Blotti, Claude Dufourmantelle, Claude Jaccoux, Marcel Kahn y Jean Ravier, en dos cordadas, llegaban a la cima del Tozal por su cara sur. Venidos desde Francia con esquís y después de haber dormido en Casa Viu, comenzaron la escalada el sábado al amanecer. Desde el inicio la progresión se reveló muy difícil, la verticalidad y determinadas zonas extraplomadas de la pared exigían el empleo de muchos pitones. La noche les sorprendió a dos tercios de la muralla, en la base de una profunda chimenea y a la altura de unas pequeñas plataformas, únicas en la pared donde era posible sentarse, lo que permitió a los escaladores pasar una noche bastante confortable. El domingo por la mañana emprendieron la chimenea vertical que en una magnífica escalada libre los depositó en la cumbre a mediodía.

Jean Ravier, en el 50 aniversario de la escalada al Tozal.

Fueron las luces de las linternas frontales las que alertaron, en la noche del sábado, a los turistas y visitantes que pernoctaban en el albergue de Casa Viu de la presencia de los escaladores en la pared del Tozal, y varios de ellos, que pasaban allí sus vacaciones de Pascua, subieron al día siguiente por el sendero de Salarons para esperar en la cima a los franceses y expresarles su entusiasmo. Por estas anécdotas, esta conquista tuvo una fuerte resonancia en España.

Se trata de una bellísima escalada de unos 300 metros de altura, y dificultad muy sostenida, y que no tiene equivalente en el lado francés de los Pirineos. Casi un centenar de pitones fueron clavados durante las 17 horas de ascensión. La sensación de vacío es extraordinaria.


El Tozal había sido revelado a los escaladores franceses, sobretodo por el dibujo de cubierta de la guía de Robert Ollivier. Hubo sin duda varias tentativas de remontar esta pared, de una de ellas quedan como prueba las iniciales “C.I.” grabadas en la roca a un centenar de metros de la Base


Jean Ravier, Revue Pyrénéenne, nº99"

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